Lilia visitó una tienda donde vendían muñecas de cuerpo de trapo, cara y manitas de vinil ¡la cautivaron! Primero se ofreció a venderlas, la capacidad de producción eran 200 unidades mensuales, hasta que agotó el stock y decidió fabricarlas; pidió un préstamo y al año ya producía 2,100 muñecas diarias, esta historia empezó a los 17 años.
Primer ataque de los chinos: como es usual en ellos, detectan productos exitosos, los fabrican y los venden muchísimo más barato; esto el pasó a Lilia, a los dos años ya ofrecían a precio público más barato que el costo que ella tenía, se quedó fuera del mercado, no mas muñecas.
Al buscar oportunidades, fue a una expo regalo, ahí vio un disfraz de gorila pero sus ojos se centraron en las patas: Lilia acababa de inventar ¡las pantuflas de garras! A los dos meses empezó a diseñar y fabricar las pantuflas, los primeros modelos eran garras de tigre, se entretuvo el primer año haciendo sus pininos “era un choclito” -me decía-, después se puso creativa e incluyó catarinas, leones “que todo parecía, menos león”, para ese entonces ya tenía 20 años y 10 modelos de pantuflas, una producción de 400 unidades a la semana, se ahogaba en pantuflas porque nadie le compraba.
Gracias a las muñecas, ya tenía un canal de ventas y decidió ofrecer su nuevo producto: pantuflas de garras, eran boutiques de regalo y jugueterías, pero ahí le decían que pertenecía a zapaterías, pero éstos todavía no le habían hecho caso. Un cliente de el centro (de Ciudad de México), vió la oportunidad de negocio, con el producto -no con Lilia- y se llevó todos los modelos a Los Ángeles contactó a una fábrica China y ordenó un contenedor ¡alrededor de 35 mil pantuflas! le llegó mal todo el pedido, feas, chuecas y mal rellenadas.
Al final pidió disculpas y quiso que la fábrica de Lilia se las arreglara, no fué posible y terminó rematándolas. Esto fué un foco rojo, el problema fue que los chinos ya estaban alertados y el producto estaba quemado por el remate, se cocinaba un peligro latente. El empresario aprendió la lección y se convirtió en el primer gran cliente, tenía una gran distribución en toda la República Mexicana; Las ventas de la fábrica de Lilia empezaron a subir y creció su cartera de clientes, un solo cliente pasó de pedirle 5 mil pares ¡a 100 mil!
A través de Bancomext asistió a pabellones realizados en Los Angeles y en Las Vegas, ahí fue donde los maquiladores de Disney la descubrieron, Lilia vendía en un inicio 100 mil unidades que a ella le parecía un mundo de producción, con la sorpresa que una marca de autoservicios le pidió ¡un millón de pares! solo como prueba para entregar en 3 meses, no tuvo capacidad de respuesta -en ese momento- pero 2 años más tarde, volvió y les surtió. Una vida maravillosa durante los siguientes 10 años.
Una cadena de cines en sinergia con una marca refresquera le pidió una prueba para incluir las pantuflas en un combo, solicitaron un prototipo, al tiempo Lilia se enteró de la falta ética, enviaron sus modelos a China para bajar los costos ¡otra vez!. En las negociaciones más avanzadas, se dió cuenta por las telas lo que habían hecho ¡las conocía perfectamente!, al final hubo disculpas y Lilia accedió a fabricarles, ella quería ver sus pantuflas en un combo. Lilia se coronaba como la reina de la pantufla hasta que…
El segundo ataque de los chinos: Muchos clientes hacían lo mismo, mandar a china los prototipos de Lilia, hasta que los éstos empezaron a fabricar para México y abaratar el producto. Pronto la empresa de Lilia quedó completamente fuera del mercado. Durante 5 años no se volvió a hablar de pantuflas, la empresa se diversificó enfocándose en fabricar sandalias. China 2 – Lilia 0.
Hoy el mercado se cansó de la mala calidad del producto chino y ¿que creen? todo vuelve a su lugar, Lilia está de nuevo fabricando unas hermosas pantuflas y sus ventas empezaron con 50 mil unidades mensuales, proyectando a un año la venta de medio millón de pantuflas ¡Yes! ¡Lilia is back!