En un encuentro de mujeres empresarias llevado a cabo en Nueva York, coincidí con Lucero Santa Cruz, ella es la directora de un colegio privado en Mérida, Yucatán. En ese viaje la acompañaba su mamá, mi queridísima amiga Lucero Cabrales, ambas tuvieron que regresar un día antes a México por que sus alumnos habían ganado el primer lugar en British English Olympics en Londres, los alumnos compitieron contra 2500 estudiantes de 150 escuelas de más de 20 países y además de haber ganado el primer lugar general, se trajeron 4 de 7 premios. La particularidad de este logro es que los alumnos son Yucatecos, es decir, no viven en frontera y eso tiene más mérito.
El centro de estudios fué fundado por la familia de Lucero Santacruz hace 34 años, ella empezó a trabajar desde los 15 como secretaria, tecleando programas y sirviendo café, a los 22 ya estaba presentando su primer proyecto: abrir la escuela básica con primaria y secundaria, ahí nació el segundo colegio, de eso hace ya 28 años.
“Mi madre es una gran mujer que supo hacer las cosas bien. Hace poco tiempo decidió retirarse y pasarme la estafeta, que no fue sorpresa para nadie, ¿pero yo? entré en pánico. Lo primero que pensé es: no soy como ella. No sé todo lo que ella sabe, que dirán los papás del colegio, los maestros, los alumnos, en fin, los involucrados en esta historia, que son muchos”.
Lucero Cabrales decidió retirarse de la administración del colegio para darle paso a la 2da. generación: su hija. Actualmente la empresa de servicios educativos está reconocida como de alto rendimiento, con 1,200 alumnos y 180 empleados.
La era de Lucero Santa Cruz.
¿Qué retos has tenido que superar? -le pregunté- convengamos que recibir una empresa administrada por nuestros padres nos deja “la vara muy alta” sin mencionar la tremenda sombra del apellido. De verdad yo quería saber, cómo estaba manejando esa situación. Insistí ¿cómo le haces?
“Mi primera opción fue decir no. Nos llamamos igual y trabajamos en lo mismo, pero somos tan distintas. Ella es tan formal, tan estructurada, una institución dentro de la escuela, una académica dedicada de quien aprendí mucho de lo que sé, pero pensaba que lo mejor era contratar a alguien y yo seguir en mi puesto, hasta que un día me invitaron a escuchar una plática sobre liderazgo donde encontré el valor para enfrentar el reto que ahora debo reconocer que disfruto”
Lucero Santa Cruz dejó claro que con ella empezaba una nueva etapa, asumió su condición de hija pero supo reconocer sus fortalezas; entender que no se esperaba de ella “mas de lo mismo” sino una evolución natural atendiendo a la innovación y a las tendencias “lo que necesitamos es volver a lo básico, a la compasión, a la gratitud, a ocuparte del otro, así empezamos con el camino del Mindfulness” y a otro montón de actividades que está incorporando.
La transición entre las dos Luceros ha sido exitosa, sin embargo en México solo el 33% de las empresas familiares llegan a 2da. generación y un triste 13% a la 3ra. generación, tomemos en cuenta que 8 de cada 10 empresas en nuestro país son familiares y solo el 14% tiene un plan de sucesión por escrito y el 32% no tiene un consejo de administración. Las empresas en México deben prepararse para pasar la estafeta a una nueva generación, evolucionar es nuestra palabra clave.